Residencia Universitaria femenina María Milagrosa

La residencia es buena y la comida está muy rica, además, la cocinera siempre tiene en cuenta los gustos de cada persona, se preocupa por que te alimentes bien y se aprende las cosas que no puedes comer por cualquier motivo. Dispone de dos offices los cuales están muy bien ya que tienen microondas, frigoríficos, sandwicheras, etc. También tiene dos televisiones. El gimnasio no es muy amplio pero más que suficiente para las personas que vivimos en la residencia. La directora y las monjas intentan resolver siempre los problemas o necesidades que se nos presentan. La residencia está en Gran Vía lo que está muy bien ya que está céntrico y yo, personalmente, tardo 4 minutos en llegar a la facultad. El precio es bastante asequible comparado con otras residencias así que las instalaciones y necesidades se ajustan muy bien a dicho precio.

Cercana a muchas facultades, entre ellas: Educación, Traducción y documentación, Anaya (donde se estudian distintas filologías), Geografía e Historia y la Universidad Pontificia. Entre las cosas por las que la elegí sin tener referencia desde dentro, destaco el jardín, que las monjas mantienen en perfectas condiciones; y la capilla, ya que buscaba una residencia que tuviera una. Lo que más me gusta: la comida, es excelente y siempre me quedo satisfecha!

El trato que he recibido es muy bueno y atento ante cualquier necesidad, tanto por parte de las monjas como de la directora. La comida es muy rica y la cocinera siempre intenta que aunque haya un menú establecido también haya más opciones que nos gusten a todas. Además hay veces que tengo que quedarme en la universidad, por lo que no hay ningún problema en pedirle a la cocinera que me haya un bocadillo. Además esta residencia se encuentra en plena Gran Vía en pleno centro, por lo que es muy fácil ir a los sitios. Considerando que se encuentra en pleno centro el precio no es muy caro. Creo que hay una buena balanza entre calidad precio.

Hola, Yo he estado 2 años en esta residencia y el trato es muy amable tanto con la directora, la cocinera y las monjas. Mucho más la convivencia con mis compañeras que ha sido muy enriquecedora. Para mí siendo extranjera, me he sentido como en casa y me ha tratado con mucho cariño. La atención en el comedor es muy cuidada y las comidas son ricas, variadas y gustosas. Para mí es una experiencia de mí vida que nunca olvidaré. Muchas gracias por todo.

He estado durante dos cursos en esta residencia y me ha encantado, las monjas son estupendas, la comida casera esta muy buena, la cocinera y la directora son personas súper agradables y el ambiente es muy muy hogareño, me voy muy contenta!!